Revisión de los posibles tratamientos para el manejo de los pacientes
con insuficiencia cardíaca y disminución de la función renal.
Dr. Andrew House
SIIC
Am J Kidney Dis 56:759-773.
 
Dr. Andrew House
SIIC
Am J Kidney Dis 56:759-773.
| 
   
Los síndromes cardiorrenales (SCR) son los trastornos del corazón y
  los riñones por los cuales la disfunción aguda o a largo plazo de un órgano
  puede provocar afecciones graves o a largo plazo de la otra. El manejo de las
  enfermedades cardiovasculares y de los factores de riesgo pueden influir de
  una manera beneficiosa o perjudicial en la función renal y la progresión de
  la lesión renal. En esta revisión se evalúan y analizan las estrategias
  terapéuticas para el manejo de los pacientes con insuficiencia cardíaca con
  función renal disminuida y pone de relieve la necesidad de futuros estudios
  de alta calidad en pacientes en los que coexiste la enfermedad renal y la
  cardíaca. 
Introducción 
Las enfermedades cardíacas se asocian en forma independiente con una
  disminución de la función renal y la progresión de las enfermedades renales
  existentes. Por el contrario, la enfermedad renal crónica (ERC) representa un
  factor de riesgo independiente de eventos y enfermedad cardiovascular. Tanto
  en el ajuste de la fase aguda como a más  largo plazo, incluso las
  pequeñas disminuciones del índice de filtrado glomerular (IFG) se asocian a
  efectos adversos. En los pacientes con descompensación cardíaca aguda, un
  aumento agudo de la creatininemia >0.3 mg/dl se asocia con mayor mortalidad
  y días de internación hospitalaria, y, reingresos más frecuentes. Un aumento
  agudo de la creatininemia se acompaña de un 21-45% de hospitalizaciones por
  insuficiencia cardíaca aguda (ICA), en función de los plazos y la magnitud
  del aumento de la creatininemia. La disminución de la función renal también
  está presente como una comorbilidad importante en aproximadamente el 50% de
  los pacientes con insuficiencia cardíaca crónica. Los resultados clínicos en
  la insuficiencia cardíaca son escasos, y la disminución concomitante de la
  función renal con IFG <60 ml/min/1.73 m2 aumenta significativamente el
  riesgo de mortalidad. Esto justifica la preocupación que ha surgido con
  respecto a la capacidad de los médicos no solo para prevenir y manejar estas
  condiciones difíciles, sino también frente a las enormes demandas de recursos
  económicos y derechos de los trabajadores de la salud. 
Es importante entender que el manejo de las enfermedades
  cardiovasculares y los factores de riesgo pueden ser una influencia
  beneficiosa o perjudicial para la función renal y la progresión de la lesión
  renal. La anticipación y la adaptación de estas influencias pueden ayudar a
  optimizar la función tanto del corazón como de los riñones y mejorar los
  resultados. 
Clasificación de los síndromes
  cardiorrenales 
La tríada de disminución concomitante de la función renal, la
  insuficiencia cardíaca congestiva resistente al tratamiento (es decir, la
  resistencia a los diuréticos), y el empeoramiento de la función renal durante
  el tratamiento de la insuficiencia cardíaca ha sido habitualmente denominada
  síndrome cardiorrenal (SCR). Sin embargo, habitualmente ha surgido la
  necesidad de una definición más precisa y se ha establecido una nueva
  clasificación con el fin de estimular el reconocimiento y la comprensión más
  profundos de los mecanismos subyacentes de los síndromes. Es de esperar que
  esta clasificación conduzca a nuevas estrategias para el manejo clínico y
  terapéutico. 
 
Un trabajo reciente basado en la comunidad del panel de la
  International Acute Dialysis Quality Initiative dio lugar a una declaración
  de consenso global sobre los SCR, su clasificación, epidemiología, prevención
  y manejo como así el uso de biomarcadores. 
Manifestaciones clínicas y
  fisiopatología 
SIndrome cardiorrenal agudo 
El caso clínico común de un SCR (tipo 1) es el de un paciente
  internado por ICA que experimenta el empeoramiento de la función renal
  durante la hospitalización. El diagnóstico de deterioro de la función renal o
  de lesión renal aguda se basa en el aumento agudo de la creatininemia y/o la
  presencia de oliguria. La ICA se puede caracterizar por el empeoramiento
  agudo de los síntomas y los signos de la insuficiencia cardíaca (disnea,
  estertores pulmonares, congestión pulmonar en la radiografía de tórax, aumento
  de la presión venosa yugular y edema periférico). Sin embargo. La ICA es una
  enfermedad muy heterogénea con diferentes presentaciones clínicas y múltiples
  factores precipitantes. Muchos pacientes con ICA conservan la fracción de
  eyección del ventrículo izquierdo, y en aproximadamente un tercio, la ICA se
  precipita por un síndrome coronario agudo. Las alteraciones hemodinámicas son
  muy variables, y van  desde el edema agudo de pulmón con hipertensión
  hasta una sobrecarga grave de líquidos periféricos con shock cardiogénico e
  hipotensión. 
A pesar de que la hipotensión y la disminución del gasto cardíaco (con activación de los sistemas nervioso simpático y renina-angiotensina-aldosterona (SRAA) han sido las explicaciones tradicionales para el proceso fisiopatológico que subyace al empeoramiento de la función renal en este contexto, la evidencia reciente ha implicado al aumento de la presión venosa y de la presión intrabdominal que lleva a la congestión venosa renal y contribuye de manera igual y tal vez más importante al deterioro de la función renal. Los niveles aumentados de citocinas circulantes debido a las lesiones cardíacas también alcanzan los riñones y podrán participar en el proceso de la lesión renal aguda. La vasoconstricción renal persistente del túbulo glomerular y varias sustancias vasoactivas (adenosina y endotelina) como así la menor capacidad de respuesta renal al péptido natriurético y el deterioro de la autorregulación del IFG pueden representar un papel en el proceso, sobre todo en el entorno del bloqueo del SRAA). La aparición de la resistencia al diurético es multifactorial e incluye la disminución del aporte de solutos a los túmulos, causada por la disminución del flujo sanguíneo renal, del IFG, la hipoalbuminemia y, el fenómeno del diurético "frenado", causado por la mayor reabsorción de sodio y la hipertrofia del tubular distal. 
Síndrome cardiorrenal crónico 
La disminución de la función renal en pacientes con insuficiencia
  cardíaca es muy común, y la disfunción cardíaca influye negativamente a largo
  plazo sobre la función renal (SCR tipo 2). La prevalencia de un IFG <60
  ml/min/1.73 m2 (estadio ≥3 de la enfermedad renal crónica) está excesivamente
  representada en la insuficiencia cardíaca crónica y puede alcanzar al 30-40%.
  Sin embargo, en los pacientes hospitalizados por ICA, la prevalencia de un
  IFG <60 ml/min/1.73 m2 en el momento de la admisión llega al 70% de
  probabilidad, lo que refleja una combinación de pacientes con enfermedad
  renal crónica y lesión renal aguda superpuestas. 
En un paciente con insuficiencia cardíaca crónica, las manifestaciones
  clínicas frecuentes son el aumento de la presión arterial, el empeoramiento
  gradual de la función renal con mayor susceptibilidad a las complicaciones
  terapéuticas (empeoramiento del IFG y trastornos electrolíticos), y la
  resistencia a los diuréticos con edema periférico. La disminución de la
  función renal parece ser uno de los predictores más poderosos de mal
  pronóstico de la insuficiencia cardiaca. En la patogénesis de los SCR
  crónicos se han propuesto varios mecanismos: la sobreactivación crónica del
  SRAA y del sistema nervioso simpático, y niveles más elevados de sustancias
  inflamatorias y marcadores de estrés cardíaco, tanto en la circulación como
  en los órganos blanco. La regulación hacia arriba a largo plazo de la
  endotelina 1 seguida del fortalecimiento de la acción del factor de
  crecimiento transformdor ß y del factor nuclear kB pueden causar la
  iniciación y la progresión de la fibrosis renal y la glomerulosclerosis. 
Manejo 
Muchos tratamientos usados durante décadas para la ICA no han sido
  evaluados por estudios aleatorizados y controlados. El tratamiento incluye el
  uso cauteloso y combinado de medicamentos o intervenciones para aliviar los
  síntomas de la congestión y/o la isquemia; el manejo estricto de los líquidos
  en función del estado hemodinámico y circulatorio y el seguimiento de la
  respuesta clínica al tratamiento. En casos más graves se puede considerar el
  monitoreo hemodinámico, aunque la introducción de catéteres en la arteria pulmonar
  no ha mejorado el resultado clínico o renal. El objetivo más importante del
  tratamiento del SCR tipo 2 es el bloqueo del sistema nervioso simpático y
  SRAA, siempre que sea posible. Para lograrlo, las estrategias terapéuticas
  suelen requerir múltiples regímenes medicamentosos, con un estrecho
  seguimiento de los posibles efectos secundarios y el ajuste periódico de la
  dosis. Los tratamientos para los SCR tipo 1 o 2 no están destinados a ser
  mutuamente excluyentes ya que los pacientes suelen oscilar entre ambas
  categorías clínicas. 
Tratamientos farmacológicos para el
  SCR tipo 1 
Diuréticos y vasodilatadores 
El manejo y la prevención del SCR tipo 1 en el contexto de la ICA o
  del shock cardiogénico es son gran parte empírico, porque muchos tratamientos
  tradicionales para aliviar la congestión y/o los síntomas isquémicos
  (diuréticos, vasodilatadores y morfina) no han sido estudiados con rigor.
  Aunque las estrategias para mejorar el gasto cardíaco y la presión de
  perfusión renal son importantes, las últimas pruebas de la elevación de la
  presión venosa, el  aumento de la presión intrabdominal y la congestión
  renal aumentan la importancia de los diuréticos y de los vasodilatadores en
  el manejo temprano. 
Aunque los diuréticos se han sido utilizados durante décadas para
  facilitar el pronto alivio de los síntomas de ICA, el manejo suele
  complicarse insidiosamente por el deterioro de la función renal. En algunos
  estudios, pero no en otros, las dosis elevadas de diuréticos se han asociado
  a una mala evolución, aunque la gravedad de la enfermedad actúa como un
  factor de confusión. El objetivo del uso de diuréticos es disminuir el
  volumen de líquido extracelular a una velocidad que permita la recarga desde
  el intersticio del compartimiento intravascular, teniendo en cuenta que los
  diuréticos pueden agravar el desequilibrio de electrolitos, contraer el
  volumen circulante efectivo y favorecer la activación neurohormonal de
  respuestas desfavorables. Los diuréticos de asa, como la furosemida, son
  preferibles a las tiazidas, las que suelen tener una eficacia limitada en las
  etapas más avanzadas de la insuficiencia renal. Sin embargo, la dosis óptima,
  la frecuencia y la vía de administración de los diuréticos de asa no han sido
  bien estudiadas. Está en ejecución el estudio Diuretic Optimal Strategy
  Evaluation in Acute Heart Failure (DOSE-AHF) que ha sido diseñado para
  examinar la utilización óptima de la furosemida en pacientes con ICA, e
  incluye 300 pacientes en un diseño factorial 2 ´ 2 y compara el efecto de las
  dosis elevadas y bajas de furosemida en infusión vs. bolo. Como resultados
  clínicos importantes, este estudio incluirá los cambios del nivel de
  creatinina sérica y de los síntomas. 
La nitroglicerina es un donante de óxido nítrico que a con frecuencia
  se utiliza para aliviar los síntomas y mejorar la hemodinámica de los
  pacientes con ICA. En dosis más bajas produce dilatación de las vénulas y
  disminuye las presiones de llenado cardíaco como así la demanda miocárdica de
  oxígeno. En dosis más elevadas disminuye la poscarga y aumenta el gasto
  cardíaco. Dos efectos limitantes son la inducción de hipotensión y de
  tolerancia a los nitratos. Aunque no hay ensayos aleatorizados en
  insuficiencia cardíaca, la experiencia clínica apoya su utilidad como una
  medida nueva de la perfusión tisular a la cabecera del enfermo. 
El nitroprusiato de sodio actúa a través del monofosfato de guanosina
  cíclica en el músculo liso vascular y provoca una vasodilatación arterial y
  venosa significativa. Al igual que con la nitroglicerina, su uso suele reservarse
  para los pacientes con presión arterial normal o aumentada, signos de aumento
  de la precarga, la poscarga y congestión de las venas pulmonares. 
  Durante mucho tiempo, el nitroprusiato ha sido considerado potencialmente
  peligroso para los pacientes con función renal disminuida debido a la
  acumulación de tiocianato. Sin embargo, en un ensayo aleatorizado de ICA se
  asoció con mejores resultados y estabilidad de la función renal; el estudio
  incluyó pacientes con diferentes grados de disminución de la función renal y
  a algunos con hipotensión manifiesta. 
La nesiritida, una forma recombinante del péptido natriurético B
  humano, administrada en la ICA, disminuye la precarga, la poscarga  y la
  resistencia vascular pulmonar; aumenta el gasto cardíaco y provoca una
  diuresis eficaz y el rápido alivio de la disnea. No obstante, en estudios
  sobre seguridad y efectos renales de la nesiritida se han obtenido resultados
  mixtos. Un metaanálisis de ensayos doble ciego controlados informó que la
  nesiritida no evitó el SCR tipo 1 en el grupo tratado y aumentó el riesgo de
  empeoramiento de la función renal como así la mortalidad. Sin embargo, en
  otro ensayo aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, de pacientes
  con ICA pre-existente no se observó disminución de la función renal. Hasta el
  momento, no hay una respuesta concluyente sobre la utilización segura de de
  la nesiritida. Pero, con el fin de establecer cuál es su papel se está
  llevando a cabo un importante estudio multicéntrico de 7.000 pacientes, el
  Acute Study of Clinical Effectiveness of Nesiritide in Decompensated Heart
  Failure (ASCEND-HF), sobre la eficacia clínica de la nesiritida en la
  insuficiencia cardíaca descompensada. 
Inotrópicos 
Cuando la función renal está en peligro de quedar anulada por la
  isquemia miocárdica aguda con un gasto bajo y procesos inflamatorios que
  surgen por la activación de las citocinas, se deben hacer todos los esfuerzos
  posibles para limitar el daño miocárdico hipóxico, con el fin de preservar el
  aporte de oxígeno a los órganos y frenar la aparición de la cascada
  inflamatoria. En casos extremos de gasto cardíaco bajo, pueden ser necesarios
  los fármacos inotrópicos positivos, como la dobutamina o los inhibidores de
  la fosfodiesterasa, aunque su uso puede acelerar algunos de los mecanismos
  fisiopatológicos, aumentar las lesiones miocárdicas y las arritmias y,
  potencialmente, empeorar los resultados. Cuffe et al. informaron los
  resultados de un ensayo prospectivo y aleatorizado de milrinona, el
  OPTIME-CHF (Outcomes of a Prospective Trial of Intravenous Milrinone for
  Exacerbations of Chronic Heart Failure), en pacientes con ICA que mostró una
  incidencia mayor de hipotensión, más arritmias, ningún beneficio sobre la
  mortalidad o las hospitalizaciones, mientras que el análisis post hoc mostró
  que la milrinona puede aumentar la mortalidad en los pacientes con
  miocardiopatía grave. No se infirmaron los efectos de este tratamiento sobre
  la función renal. 
El levosimendan, un inhibidor de la fosfodiesterasa con actividad
  lusitrópico (sensibilizador de calcio), mejora la hemodinamia y la perfusión
  renal; como sse comprobó en un ensayo aleatorizado pequeño, en el que mejoró
  un 45,5% el IFGe a las 72 horas vs. 0,1% logrado por la dobutamina. Este
  resultado no fue confirmado en un estudio más grande, el SURVIVE (Survival of
  Patients With Acute Heart Failure in Need of Intravenous Inotropic Support),
  y aunque en la guía de la European Society of Cardiology, el levosimendan
  está indicado para el manejo de la insuficiencia cardíaca, el fármaco todavía
  no está disponible en Norteamérica y aún no se ha establecido cuál es su
  papel preciso en el tratamiento o la prevención del SCR. 
Otros regímenes farmacológicos 
Se han hecho ensayos preclínicos y clínicos de tratamientos nuevos que
  prometen prevenir la morbilidad (incluyendo el SCR tipo 1) y la mortalidad en
  pacientes con ICA. Sin embargo, ensayos aleatorizados posteriores no han
  podido demostrar un beneficio de los antagonistas de los receptores de
  endotelina, adenosina y vasopresina. 
Tratamientos farmacológicos para el
  síndrome cardiorrenal tipo 2 
Bloqueantes del SRAA 
El bloqueo del SRAA es una parte fundamental del manejo de los
  pacientes con insuficiencia cardíaca. Sin embargo, generalmente los estudios
  en insuficiencia cardíaca congestiva han excluido a los pacientes con función
  renal muy disminuida o eliminado del estudio a los pacientes que sufrieron
  cambios en la función renal durante los períodos de acción del bloqueo del
  SRAA. No obstante, los análisis retrospectivos han hallado que se incluyó una
  proporción importante de pacientes con función renal disminuida (clearance de
  creatinina o IFG <60 ml/min/1.73 m2). Sobre la base de estos estudios, los
  efectos del bloqueo del SRAA en pacientes con insuficiencia cardíaca han sido
  igualmente beneficiosos en personas con y sin ERC. 
Un problema particularmente conflictivo en el manejo clínico de los SCR tipos 1 y 2 se produce cuando los medicamentos que interfieren con el SRAA provocan perturbaciones importantes de la función renal o de la potasemia. Sin embargo, hay evidencia de efectos renoprotectores de los IECA o de los bloqueantes de los receptores de angiotensina, incluso con mucha disminución de la función renal. En una revisión sistemática de 12 estudios controlados y aleatorizados se comprobó que la creatininemia puede aumentar hasta un 30% cuando el paciente se estabiliza al cabo de 2 meses, con mejoría a largo plazo y preservación de la función renal, aunque los estudios revisados fueron de pacientes con enfermedades primarias del riñón y no con insuficiencia cardíaca y el aumento de la creatininemia fue de 10-35%, dependiendo de la población estudiado, pero se hace notar que las tasas de interrupción debido a la elevación de la creatinina sérica han sido muy variables. Por lo general, se ha recomendado que los IECA y los bloqueantes del los receptores de angiotensina pueden usarse con precaución siempre que la creatininemia no siga aumentando más allá del 30% y la potasemia se mantenga constante <5.0 mEq/L. Para los pacientes con hipovolemia o resistencia vascular sistémica baja puede ser necesario anular o retrasar el bloqueo del SRAA para mantener el IFG. Por otra parte, tanto los diuréticos como la edad avanzada representan factores de riesgo significativos para el deterioro de la función renal en relación la inhibición del SRAA. 
Bloqueantes de la aldosterona 
Los fármacos como la espironolactona y la eplerenona han mejorado la
  morbilidad y la mortalidad en los pacientes con una fracción de eyección del
  ventrículo izquierdo <35% a pesar de los tratamientos convencionales o con
  una fracción de eyección <40% después de un infarto agudo de miocardio. No
  obstante, han surgido preocupaciones acerca del bloqueo de la aldosterona
  combinado con IECA en el manejo de los pacientes con insuficiencia cardiaca,
  ya que desde la publicación del estudio RALES (Randomized Aldactone
  Evaluation Study), la indicación de espironolactona y las tasas de
  hospitalizaciones y mortalidad relacionadas con la hiperpotasemia han
  aumentado considerablemente, y se estima que en Estados Unidos provoca un
  exceso de hospitalizaciones anuales de aproximadamente 37.000 con 4.200
  muertes al año, lo que podría estar relacionado con su administración. La
  selección correcta de los pacientes, incluyendo los que tienen disminución de
  la fracción de eyección ventricular y excluyendo a aquellos con ERC moderada
  (creatininemia ≥ 2,5 mg/dl o hiperpotasemia >5,0 mEq/L), que fueron los
  criterios de exclusión establecidos en el RALES, podría reducir el riesgo de
  hiperpotasemia potencialmente mortal. 
Bloquenates ß 
El tratamiento con bloqueantes ß tiene un papel importante en la
  inhibición del sistema nervioso simpático en pacientes con insuficiencia
  cardíaca congestiva y/o cardiopatía isquémica, y su uso generalmente es
  considerado neutral para la función renal. Ciertos bloqueantes ß pueden estar
  relativamente contraindicados debido a la alteración de la farmacocinética, y
  en general, no se recomiendan en el SCR de tipo 1 hasta que se el paciente se
  haya estabilizado hemodinámicamente. Los bloqueantes ß generan una
  preocupación particular pues se excretan por el riñón, como el atenolol, el
  nadolol o el sotalol, y es prudente evitarlos en los pacientes con SCR y
  diabetes tipo 2 con una disminución más significativa de la función renal.
  Estas consideraciones no deben impedir más adelante, en la fase más estable
  de la insuficiencia cardíaca, la administración lenta, cautelosa y titulada
  de los bloqueantes ß. Por otra parte, estos fármacos pueden ser utilizados
  para tratar la isquemia miocárdica y disminuir la frecuencia cardiaca en la
  fibrilación auricular de alta frecuencia, en presencia de insuficiencia
  cardíaca; el metoprolol también tiene un perfil farmacocinético seguro en los
  pacientes con ERC. Asimismo, el carvedilol, un bloqueante ß con efecto
  bloqueante a1 ha tenido efectos favorables en algunos subgrupos con
  enfermedad cardíaca y renal y por lo tanto brinda un beneficioso superior al
  de las formulaciones con bloqueantes ß más antiguas. 
Tratamiento antitrombótico 
Otros agentes utilizados en el manejo de la insuficiencia cardiaca
  congestiva, especialmente la secundaria a la cardiopatía isquémica, son los
  antiagregantes plaquetarios, los que podrían agravar el SCR tipo 2. Aunque la
  aspirina potencialmente puede interferir con el IFG a través de su acción sobre
  la ciclooxigenasa y las prostaglandinas renales, en dosis bajas ha sido
  considerada segura en pacientes con enfermedad renal. Esto fue confirmado en
  el primer estudio Heart and Renal Protection  del Reino Unido, que
  demostró que la administración diaria de aspirina en dosis baja (100 mg) no
  provocó una disminución importante del IFG ni aumentó el riesgo de necesidad
  de tratamiento de reemplazo renal. Tampoco aumentó el riesgo de sangrado
  mayor, aunque estos pacientes tuvieron mayor riesgo de sangrado menor. 
El clopidogrel fue estudiado como una intervención en el estudio CURE
  (Clopidogrel in Unstable Angina to Prevent Recurrent Events), en el cual se
  muestra el efecto beneficioso del agregado de clopidogrel al tratamiento con
  aspirina de los pacientes con síndrome coronario agudo y diferentes grados de
  disminución de la función renal. En contraste, un estudio comparativo de
  clopidogrel con placebo a largo plazo después de una intervención percutánea
  electiva (estudio CREDO (Clopidogrel for the Reduction of Events During
  Observation]) halló que los participantes con leve a moderada ERC no
  obtuvieron ningún beneficio del tratamiento con clopidogrel, comparado con
  los pacientes con función renal normal. Por lo tanto, la eficacia del
  clopidogrel en pacientes con disminución de la función renal es incierta y se
  requiere más confirmación. 
Otros agentes antitrombóticos como la heparina de bajo peso molecular,
  particularmente en el síndrome coronario agudo, pueden ir asociados con
  episodios de hemorragia mayor y la necesidad de ajustar la dosis o a la
  sustitución por heparina no fraccionada, teniendo en cuenta la disminución de
  la función renal. 
Manejo de la anemia 
La insuficiencia cardíaca congestiva se asocia con anemia, cuyas
  secuelas pueden agravar la insuficiencia cardiaca y la función renal, una
  espiral de progresión de la enfermedad no deseada con empeoramiento de los
  síntomas. Por otra parte, la activación de los receptores cardíacos puede
  actuar como protección de la apoptosis, la fibrosis y la inflamación, lo que
  justifica el uso de agentes estimulantes de la eritropoyesis (AEE) en los
  pacientes insuficiencia cardíaca. En consonancia con tales datos experimentales,
  estudios clínicos preliminares muestran que la administración de AEE a
  pacientes con insuficiencia cardíaca crónica, insuficiencia renal crónica,
  anemia y SCR tipo 2 mejora la función cardíaca, disminuye el tamaño
  ventricular izquierdo y el nivel del péptido natriurético tipo B. Sin
  embargo, un ensayo reciente aleatorizado en pacientes con síntomas de
  insuficiencia cardíaca no mostró una mejoría de los síntomas, la calidad de
  vida, la duración del ejercicio u otro tipo de parámetros clínicos. 
A pesar del aparente beneficio del tratamiento de la anemia en
  pacientes con enfermedad renal crónica observado en estudios de AEE, los
  resultados decepcionantes de los estudios CORO (Correction of Hemoglobin and
  Outcomes in Renal Insufficiency), CREATE (Cardiovascular Risk Reduction by
  Early Anemia TreatmentWith Epoetin Beta) y TREAT (Trial to Reduce
  Cardiovascular Events With Aranesp Therapy) como así un estudio previo en
  pacientes en diálisis con enfermedad cardíaca conocida han requerido una
  nueva valoración del nivel de hemoglobina objetivo en pacientes con ERC. En
  especial, se han planteado dudas sobre la seguridad de elevar los niveles de
  hemoglobina considerados “normales", y los ensayos clínicos en curso
  están obligados a establecer si los AEE representan un papel en el manejo de
  la insuficiencia cardíaca congestiva y el SCR tipo 2. 
Teniendo en cuenta las preocupaciones acerca de los AEE, cada vez hay
  más interés en el uso del hierro parenteral para corregir la anemia en los
  pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva. Algunos estudios han
  mostrado el mejoramiento de parámetros tales como los síntomas de la
  insuficiencia cardíaca, la utilización de oxígeno durante el ejercicio, y la
  fracción de eyección ventricular izquierda, como así los niveles del péptido
  natriurético tipo B y la función renal. En un ensayo controlado y
  aleatorizado, el FERRIC-HF (Ferric Iron Sucrose in Heart Failure), clinical),
  los resultados mejoraron poco en los grupo de  diferencia al cambiar los
  niveles de la hemoglobina, lo que sugiere que los efectos del hierro pueden
  ser intracelulares, independiente de sus efectos sobre el nivel de
  hemoglobina. En El FAIR-HF (Ferinject Assessment in PatientsWith Iron
  Deficiency and Chronic Heart Failure), 459 pacientes con insuficiencia cardíaca
  congestiva y deficiencia de hierro con o sin anemia fueron asignados  al
  azar  al tratamiento con carboximaltosa férrica o placebo, y el grupo de
  tratamiento activo experimentó una mejoría de los síntomas de insuficiencia
  cardíaca según la clasificación de la New York Heart Association (NYHA), la
  Prueba de Evaluación Global (Patient Global Assessment,), el test de la
  caminata de 6 minutos, y la calidad de vida durante las 24 semanas del
  estudio. Se destaca que en el SCR tipo 2, el grupo carboximaltosa-férrica
  tenía un IFG superior a la conclusión del estudio, ajustado por las
  diferencias iniciales, de 3,8 ml/min/1,73 m2. 
Estatinas 
El uso de la coenzima 3-hidroxi-3-metilglutaril A reductasa o estatina
  se ha convertido en una parte integral de la prevención primaria y secundaria
  de los daños cardíacos en todos los pacientes en riesgo de enfermedad
  cardiaca. Sin embargo, dos ensayos de alto perfil con resultados negativos en
  pacientes en diálisis tratados con atorvastatina o rosuvastatina han
  cuestionado que las estatinas son beneficiosas en pacientes con diversos
  grados de función renal disminuida. En un metaanálisis reciente, Strippoli et
  al. hallaron que las estatinas provocaron una disminución significativa de
  los puntos finales cardiovasculares en los pacientes con ERC, aunque la
  mortalidad por cualquier causa no mejoró. 
Curiosamente, dicen los autores, un pequeño número de trabajos que
  estudiaron la nefroprotección comprobaron que la proteinuria mejoró algo,
  0,73 g/día, sin una mejoría significativa del IFG. Es importante destacar que
  las estatinas no parecen ir acompañadas de mayores tasas de eventos adversos
  en pacientes con enfermedad renal.  
Terapias no farmacológicas 
Ventilación con presión positiva no
  invasiva 
En estudios pequeños para mejorar la oxigenación y el intercambio de
  gases y aumentar la presión intratorácica, se aplicaron métodos no invasivos
  de ventilación, como la ventilación con presión positiva continua o no
  invasiva intermitente, lo que mejoró el gasto cardíaco y la sensación de disnea
  en los pacientes con insuficiencia cardíaca. En un ensayo aleatorizado de más
  de 1.000 pacientes con edema agudo pulmón cardiogénico estos tratamientos
  fueron utilizados durante un n mínimo de 2 horas y se compararon con la
  oxigenoterapia estándar. Aunque los pacientes recibieron por vía aérea
  ventilación positiva continua o intermitente no invasiva, tuvieron
  disminuciones más marcadas de la disnea, la frecuencia cardíaca y la
  acidosis, mostrando al mismo tiempo hipercapnia, comparados con los pacientes
  que solo recibieron oxígeno suplementario; no hubo diferencias en la
  mortalidad a los 7y 30 días o en las tasas de intubación o de internación en
  la unidad de terapia intensiva. No se observaron diferencias importantes
  entre los dos modos de ventilación no invasiva. 
Ultrafiltración y/o terapia de
  reemplazo renal 
Cuando el equilibrio de los líquidos y los síntomas congestivos se
  hacen cada vez más difíciles de manejar con los tratamientos médicos
  convencionales, para disminuir la sobrecarga excesiva de líquidos se ha
  utilizado la ultrafiltración intermitente (aislada) o la hemo(dia)filtración,
  en el caso de una disminución importante de la función renal, y también para
  corregir el desequilibrio electrolítico y el estado ácido-base. En el estudio
  RAPIDCHF (Relief for Acutely Fluid-Overloaded Patients With Decompensated
  Congestive Heart Failure: Ayuda para Pacientes con Sobrecarga Aguda de
  Líquido con Insuficiencia Cardiaca Congestiva Descompensada), 20 pacientes
  con ICA fueron tratados con ultrafiltración y se compararon con 20 pacientes
  tratados en forma habitual. El grupo con ultrafiltración tuvo un balance
  negativo de líquido de 4,65 L vs. 2,84 L en las primeras 24 horas, con una
  notable mejoría de los síntomas de insuficiencia cardíaca, 81,3% vs. 43,8% a
  las 48 horas; en cambio, no hubo ninguna diferencia en la creatininemia. Los
  investigadores del estudio UNLOAD (Ultrafiltration Versus Intravenous
  Diuretics for Patients Hospitalized for Acute Decompensated Congestive Heart
  Failure: Ultrafiltración vs. Diuréticos para Pacientes Hospitalizados por
  Insuficiencia Cardíaca Congestiva Aguda Descompensada) examinaron esta
  estrategia en 100 pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva
  hipervolémica y los compararon con 100 pacientes tratados clásicamente. La
  pérdida de peso fue mayor en el grupo de ultrafiltración (5,0 kg vs. 3,1 kg).
  También comprobaron menor necesidad de fármacos vasoactivos, 3,1% vs. 12,0%,
  con menos rehospitalizaciones y visitas a la sala de urgencias del grupo de
  ultrafiltración, pero no hubo diferencias en la mortalidad. La pérdida de
  peso mejora los síntomas pero no a expensas de la función renal porque una
  proporción similar experimentó empeoramiento de la función renal, 26,5% vs.
  20,3% a las 48 horas. El estudio CARRESS-HF (Cardiorenal Rescue Study in
  Acute Decompensated Heart Failure: Estudio de de Rescate Cardiorrenal en la
  Insuficiencia Cardíaca Aguda Descompensada) se está llevando a cabo
  actualmente para definir mejor el uso de esta terapia en pacientes con ICA y
  SCR agudo/deterioro de la función renal.  El desarrollo de un
  dispositivo sencillo para ser utilizado en la cama del paciente podría
  proporcionar una alternativa a la medicación y permitiría contar con una
  aplicación clínica más amplia de la ultrafiltración en los caos resistentes
  de las enfermedades crónicas con SCR y sobrecarga de líquidos. 
Resincronización cardíaca y terapias
  aumentativas 
En los pacientes con insuficiencia cardíaca grave con síntomas
  discapacitantes, se puede considerar la terapia de resincronización cardiaca
  implantando un dispositivo que sincronice la contracción de ambos
  ventrículos. Curiosamente, en el estudio MIRACLE (Multicenter Insync
  Randomized Clinical Evaluation) de pacientes con cardiopatía clase III-IV de
  la NYHA, esta terapia mejora no solo la función ventricular izquierda sino
  también el IFGe en pacientes con ERC moderada. 
Cuando los pacientes con ICA o shock cardiogénico y SCR agudo continúan deteriorándose a pesar del tratamiento médico máximo, algunos pacientes seleccionados pueden requerir procedimientos más invasivos, como la pulsación intraaórtica con balón, los dispositivos de asistencia ventricular o corazón artificial, como un intermedio a la recuperación de la función cardiaca o el trasplante, mejorando la perfusión y la función renal. 
Conclusiones y recomendaciones 
Los diferentes subtipos de SCR son un desafío particular  porque
  las terapias dirigidas a un órgano pueden tener efectos beneficiosos o
  perjudiciales para el otro. Es necesario comprender mejor las vías
  bidireccionales por las que las funciones del corazón y los riñones se
  influyen entre sí, para adaptar el tratamiento a la situación. Es claro que
  el deterioro de la función renal influye en la toma de decisiones
  terapéuticas. Por ejemplo, la proporción de individuos con insuficiencia
  renal crónica que reciben una modificación adecuada de los factores de riesgo
  y/o estrategias de intervención es más baja que en la población general, un
  concepto llamado "nihilismo terapéutico". Muchos estudios han
  demostrado que estas opciones terapéuticas están muy influenciadas por la
  función renal. En los pacientes en la fase terminal de su ECR que se
  encuentran en riesgo extremo de eventos cardiovasculares, < 50% está
  tratado con una combinación de aspirina, bloqueantes ß, IECA y estatinas. 
Los autores expresan que es cierto que la mayoría de los ensayos
  clínicos realizados en esta área han excluido sistemáticamente a los
  pacientes con ERC importante (estadio ≥3), por lo que muchas de las
  recomendaciones están basadas en la opinión en lugar de guiarse por la
  evidencia de ensayos aleatorizados a gran escala. Para ofrecer el mejor
  tratamiento a los pacientes con los distintos tipos de SCR se requieren
  cuidados muy complejos que exigen un enfoque multidisciplinario, el cual
  combina la experiencia de la cardiología, la nefrología y la terapia
  intensiva. Por otra parte, contando con una definición por consenso del tipo
  de SCR, los médicos pueden prescribir tratamientos e intervenciones sobre una
  base fisiopatológica. Llegar a una definición por consenso permitirá el
  desarrollo de ensayos controlados de intervenciones destinadas a mejorar la
  morbilidad y la mortalidad en estas condiciones cada vez más comunes e
  informar mejor el tratamiento clínico.  
 | 
 

No hay comentarios:
Publicar un comentario