Durante el examen de los vasos retinianos pueden
observarse variaciones en la distribución, patrón, calibre, color y pulsación
de los vasos.
1.- Distribución y patrón vascular: La neovascularización constituye la máxima
distorsión del patrón vascular retiniano. Los vasos neoformados no siguen el
patrón ordenado de ramificaciones característico de los vasos retinianos; por
lo contrario, los vasos de neoformación siguen un curso tortuoso en zigzag. Estos
múltiples y pequeños vasos tortuosos están, por lo regular, intercomunicados o
paralelos uno con otro. Estos nuevos vasos se agrupan, de ahí que formen zonas
localizadas. Los nuevos vasos retinianos se forman predominantemente en el lado venoso de la circulación. Probablemente, el estímulo es un factor difusible porque se puede estimular la formación de nuevos vasos en la papila óptica y el iris. El humor vítreo también contiene un factor que normalmente inhibe la neovascularización. Los nuevos vasos están formados por tubos endoteliales fenestrados que dejan escapar proteínas y tienden a sangrar.
Los nuevos vasos originados a partir de venas de la retina pueden tapizar la superficie interna de la retina sensorial o de la papila óptica, o extenderse a la cavidad del humor vítreo como una red de canales endoteliales (rete mirabile) con tejido fibroso acompañante (retinopatía proliferativa).
Los nuevos vasos originados a partir de los coriocapilares pueden extenderse entre éstos el epitelio pigmentario y la retina sensorial. Los nuevos vasos subretinianos originados a partir de los coriocapilares proliferan a través de fallos en la membrana de Bruch.
La neovascularización de la retina se observa en diversos trastornos en los que la circulación está alterada: estasia producida por disminución del flujo o hiperviscosidad sanguínea, oclusión vascular (especialmente trombosis venosa), enfermedad de células falciformes, inflamación, enfermedad de Eales, vitreorretinopatía exudativa familiar, embolia por talco, sarcoidosis, diabetes y retinopatía del prematuro.
Este fenómeno se observa con mayor frecuencia en los casos de oclusión venosa, retinopatía diabética y algunos tipos de coriorretinitis crónica. El diagnóstico diferencial entre estas tres condiciones se hace fácilmente observando la localización de la neovascularización y los cambios patológicos asociados.
La tortuosidad vascular es frecuente y puede
ser evidente, sobre todo en las arterias pequeñas cercanas a la mácula, las
cuales asumen formas de sacacorchos o en espiral, en especial cuando existe
fibrosis prerretiniana.Es posible que
ocurran alteraciones luminales, que se observa como irregularidades en el
tamaño y amplitud de las arterias; zonas estrechas en los vasos se alternan con
segmentos normales o dilatados. Estos cambios se deben a proliferación
endotelial en la íntima.
La tortuosidad congénita de los vasos retinianos se refiere a una trayectoria excesivamente sinuosa de los grandes vasos. Esto difiere de la apariencia de neovascularización, ya que los vasos no se intercomunican y no se agrupan y el modelo de tortuosidad no se limita a un área pequeña de la retina. Las hemorragias, los microaneurismas, los exudados y otras anormalidades no se asocian con tortuosidad congénita, pero pueden existir asociadas con aneurismas congénitos de los vasos cerebrales o con coartación de la aorta.
La elevación de los vasos con su desplazamiento hacia delante determina que se vean borrosos y difíciles de reconocer a través del oftalmoscopio, a menos que se cambien las lentes conforme se sigue su trayecto. El fenómeno se debe a desprendimiento de la retina, a melanoma de la coroides o tumores metastásicos. La retinopatía proliferativa de la diabetes puede determinar que los vasos de grueso calibre crezcan hacia delante penetrando a la cavidad vítrea.
Melanoma de Coroides |
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